Del 5 al 9 de mayo tiene lugar en Sevilla, en el Palacio de Congresos y Exposiciones (Fibes), la importante convención anual de la Sociedad Europea de Toxicología y Química Ambiental (Setac).  Es una organización profesional mundial sin fines de lucro compuesta por más de 16.000 personas y 85 organizaciones asociadas en más de 90 países dedicadas al avance de la ciencia ambiental y la gestión ambiental. El comité organizador de la convención en Sevilla está coordinado por José Julio Ortega Calvo, del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (Irnas-CSIC), y por Julián Blasco, del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (Icman-CSIC).

El tema de la reunión de este año es “Soluciones basadas en la ciencia en tiempos de crisis: integración de la ciencia y las políticas para los desafíos ambientales”. La conferencia tiene como objetivo resaltar la demanda de nuevas soluciones basadas en la ciencia para muchos de los desafíos que tenemos por delante. ¿Cómo podemos garantizar la calidad ambiental y soluciones sostenibles a largo plazo en nuestro mundo pospandémico, con crisis agravadas como la producción de alimentos, el costo de la vida y los conflictos armados?

Los enfoques medioambientales más modernos abordan los problemas de seguridad medioambiental asociados; Los aspectos de sostenibilidad y las opciones de remediación de la contaminación química deben ocurrir a escala global en tiempos de crisis. La dimensión global de Setac y su adhesión a la cooperación y comunicación multisectorial entre las partes interesadas académicas, industriales y regulatorias garantiza una plataforma adecuada para discutir estos temas ambientales. Con aproximadamente 1.500 miembros de toda Europa, el pensamiento global encuentra su mejor lugar en Setac Europa, la comunidad medioambiental más grande de nuestro continente.

Los investigadores de Setac están tratando de abordar desafíos de enormes proporciones que incluyen el rediseño de la cadena agroalimentaria, contrarrestar la pérdida de biodiversidad, cambios en el uso de la tierra y los ecosistemas costeros y nuevos marcos regulatorios que fomenten innovaciones sostenibles en la industria química. Las ciencias ambientales pueden contribuir a comprender algunos de estos cambios, por ejemplo mediante una evaluación realista del riesgo de contaminación química en el suelo y el agua (es decir, incorporando conceptos de biodisponibilidad de última generación), determinando la seguridad ambiental de los materiales reciclados, así como evaluando el ciclo de vida de nuevos productos y procesos y sus efectos en los servicios ecosistémicos. Se necesitan enfoques integradores, que no solo aborden los nuevos riesgos potenciales, sino que identifiquen soluciones renovables para proteger los recursos naturales, siguiendo los principios del Pacto Verde Europeo.